Hay que decir que hay poquísima señalización. Menos mal que no improvisamos. Después de dar algunas vueltas, volver sobre los pasos que dejamos atrás, coger cruces equivocados, llenarnos las playeras de barro, etc íbamos encontrando el camino poco a poco.
Algún que otro cartel nos daba pistas. Menos mal que la gente de la zona nos echó una mano. El camino me encantó, sobre todo la primera parte que subimos por una escalera escavada en el risco.
Para abrir boca, dejó una galería de fotos que hizó Martín. Al final, nos "echamos algo" en el restaurante Los Tilos y estuvimos dialogando sobre las posibilidades de esta ruta, lo peculiar del camino, las pocas señales... Después de las lluvias está todo muy verde, esperemos que siga lloviendo. Creo que va a ser una ruta suave y entretenida.
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